ta k andan weones en la calle

Parece que es el efecto verano... el domingo pasado como a las nueve de la noche fui al supermercado. Primero topé con un weon en Alameda que me preguntó donde estaba el Parque Forestal. El loco parecía medio-flaite entonces no le pesqué. ¿Para qué? ¿Por qué me preguntan a mí, la ajuerina, direcciones? Y cuando no le respondí, se enojó y dijo alguna wea pero no alcanzé a escuchar. Pero, en primer lugar ¿cómo sabe que yo hablo chilensis? ¿Porque no le pregunta a un chileno donde está el Parque Forestal? ¿Cómo sabe que yo no ande más perdida que él? Los chilenos que parecen normales me pueden preguntar direcciones cuando quieran pero a los flaites no les doy permiso. Pero filo. Seguí caminando y durante el recorrido de cuatro cuadras encuentro con cualquier weón chimbobeado (treintañeros y toscos). Topé con varios cada media-cuadra. Y había un mendigo en la esquina hurgando por la basura, donde jamás había visto uno. Es más común verlos al lado de la iglesia. Eran como las nueve de la noche, todavía con harto sol y calor. Llego donde están los super y las tiendas y todos están cerrados menos el ekono. No tenía ni un peso; el plan era sacar un poco de dinero de algún cajero por allí. Pero como sólo el ekono estaba abierto, el único cajero era del Banco del Estado. Los cajeros banco del estado nunca me sirven y el domingo pasado no fue una excepción. Volví a la casa sin comida y arrepentida de haber ido para allá. Pensé que debe ser por el verano que anden tantos weones.

El viernes invitamos unos amigos para la casa. Nos tomamos unos mango sour (últimamente el mango es más barato que el kilo de limones) y nos comimos unos sandwich de carne mechada, preparado por Vuko. Ñami. Se nos ocurrió salir a tomar algo en algún bar por allí. De nuevo, topemos con cualquier weon en la calle, curados y toscos. En Bellas Artes había una gente borracha y estaba hablando con unos gringos que con cueva manejaba el español. Les quería invitar a una fiesta. Y todos curados. Me dio mala espina el paseo. Tomamos un taxi de vuelta. Y reitero, anda cualquier punga en la calle. Hemos salido una cachada de veces sin encontrarnos con tantos pulentos.